18 septiembre, 2008

"La ecuacion de la droga"

A continuacion, un fragmento de los que mas me gusto- si no es el que mas- de "Yonqui" de Burroughs:

"Era un largo paseo. Rollins estaba delante de su piso, paseando su pastor noruego. Era un individuo de mi edad, corpulento, de facciones duras, guapo, con pelo negro rizado, un poco canoso en las sienes; llevaba una chaqueta de sport, de las más caras, pantalones de tweed y chaleco de ante. Nos conocíamos desde hacía treinta años. Rollins escuchó mi relato de la noche anterior.
—Vas a conseguir que te levanten la tapa de los sesos, llevando esa pistola —me dijo— ¿Para
qué la llevas? No te enterarías ni de contra quién disparabas. Te has dado golpes contra los
104 árboles de Insurgentes dos veces. Te metiste contra un coche. Te rescaté y me amenazaste. Te dejé allí para que llegases por ti mismo a casa y no sé si lo conseguiste. Estamos todos hasta
arriba de tu comportamiento en estos últimos tiempos. Si hay algo que no me gusta tener a mi
alrededor y que a nadie le gusta tener a su alrededor es un borracho con una pistola.
—Tienes razón, desde luego —dije.
—Bien. Estoy dispuesto a ayudarte en lo que quieras. Pero lo primero que tienes que hacer es
dejar la bebida y recuperar la salud. Tienes un aspecto fatal. Y luego será mejor que procures
ganar algo de dinero. Por cierto, supongo que estarás sin blanca, como siempre —Rollins sacó la
cartera—. Toma cincuenta pesos, es lo más que te puedo dejar.

Me emborraché con los 50 pesos.(...)"

Bien la actitud. Para leer con Rufino cantando de fondo.

Burroughs, Guillermo Sedorino
(Dibujo en honor del Bill Burroughs)

14 agosto, 2008

I-Feel-Like-I’m-Fixin’-to-Die Rag

"...And it's one, two, three,
What are we fighting for?
Don't ask me, I don't give a damn,
Next stop is Vietnam;
And it's five, six, seven,
Open up the pearly gates,
Well there ain't no time to wonder why,
Whoopee! we're all gonna die..."


Se desperto contento esta mañana? Sintio los dulces rayos del sol abriendole los ojos con un desayuno lleno de nutrientes y vitaminas aguardandolo para empezar el dia con todo lo que un ser productivo necesita? Siente amor no solo por su familia y amigos sino por toda celula viviente en el planeta? Pues entonces, esto es lo que necesitaba: El combo paranoia!!!
Una seguidilla de bajadas de lineas autoritarias (tales como las que critican) que te da vuelta esa sonrisa en una boca bien triste asustada! La dosis justa de informacion, conspiracion, fealdad, terror, caos y control que te convertiran en una persona refugiada en si misma, paranoica, desconfiada del todo y alienante!
Llame ya y obtenga todo el combo por el precio de solo un video!

Okey, los videos serian:
- Earthlings: pelicula documental donde se muestra la relacion humanos-animales en cinco niveles de convivencia: mascotas, comida, ropa, experimentacion cientifica y entretenimiento. Narrada por Joaquin Phoenix y, obviamente, con musica de Moby. Creo que todos los que conozco que vieron esta peli al dia siguiente se hicieron vegetarianos o veganos.

- The Story of Stuff: video corto producido por una mina que dice que investigo y sabe mucho y nos muestra en veinte minutos porque la linea infinita de produccion no cierra porque vivimos en un mundo finito. Mi mama dice que esta muy bueno y que es muy didactico.

- Zeitgeist: Todavia no te tragaste todos los medicamentos que encontraste en el botiquin para matarte? Entonces mira esta pelicula de dos horas dividida en tres partes. La primera te muestra como las religiones son todas el mismo cuento inspirado en comportamientos astrologicos, como todo es con el fin de control. La segunda habla de como los mismos estados unidos tiraron a bajo las torres gemelas para justificar todo el bardo terrorista posterior, como todo el presente es una obrita, como todo es para controlar y la tercera parte... Viste cuando una conversacion llega a su ancla de hablar de las conspiraciones y las verdaderas mentes que controlan los gobiernos y todo lo que se oculta y asi y asa? Bueno, la tercera parte te muestra explicitamente quienes, como, porque, donde y cuando se hizo, se esta haciendo y se va a segir haciendo todo eso... Es taaan asi que a medida que la peli avanza uno empieza a descreer de ella y prefiere decir que la peli es otro mecanismo de control. Es taaan asi que el final es taaan loco e increible que no te lo cuento porque voy a quedar como un loco y vos, cuando lo veas, no lo vas a comentar porque vas a perder credibilidad. Es taaan loco que un mundo feliz, 1984, matrix, la naranja mecanica y cualquiera otra de esas ficciones parecieran haberse quedado cortas. Es taaan loco que al final hay un mensaje esperanzados donde aparecen Hendrix, Ghandi, Lennon y Luther King y la palabra amor varias veces.
Esta peli creo que es la que realmente vale la pena ver del combo y ojala varios se tomen el tiempo de verla, pensarla y pasarla.

Para los que me imaginan en el ricon de mi cuarto comiendo tomates, forrado en papel aluminio, iluminando con una linterna a todo aquel que entra y me pregunta algo y mucho mas irritable que de costumbre, les digo que estoy bien y esto no es otro de mis ataques que no llevan a la nada. Estoy bien, aguante el amor y... no se... vamos a ver que pasa.

Tambien cabe agregar que no puse links a nada. Ojala cierta curiosidad se despierte y alguien se gaste en buscarlo por su cuenta. Todo video se encuentra en seguida con subtitulos o doblado al español. Ademas todos tenemos la barrita de google ahi al costado facilitandonos la vida, no jodan. Hablando del tema, no se cuanto falta para que google se saque la careta y demuestre estar detras de todo el asunto, siendo controlado por dios, hitler, rockefeller, bush, jesus y peron.


PS: que lindo terminar un post asi con el nombre del general (?).

20 julio, 2008

Alone with everybody

the flesh covers the bone
and they put a mind
in there and
sometimes a soul,
and the women break
vases against the walls
and the men drink too
much
and nobody finds the
one
but keep
looking
crawling in and out
of beds.
flesh covers
the bone and the
flesh searches
for more than
flesh.

there's no chance
at all:
we are all trapped
by a singular
fate.

nobody ever finds
the one.

the city dumps fill
the junkyards fill
the madhouses fill
the hospitals fill
the graveyards fill

nothing else
fills.

30 mayo, 2008

Peor escribir en el blog

Hoy pase por el starbucks, el del alto palermo, el unico que hay aca, creo...
Media cuadra de cola para comprarse un cafe en un vasito de ese tergopol de mierda que tanto contamina porque tarde como quinientos años en descomponerse... Pará, la idea era putear a starbucks, no asociarse a greenpiece.
Bueno, cuestion que parece que hay bastante gente dispuesta a esperar en el frio que hace para comprarse un cafe con logo (ahi va mejor)...
Encima la mayoria de la cola estaba formada por menores, estudiantes del secudario y demases gente con onda que no se si antes tomaban cafe, pero ni es el asunto...
Aunque sea un... no se. Alguien que toma cafe todos los dias.
Esto es una mierda. Tenia que reabrir este espacio para poder decirlo y move on-ear.
...
Realmente no sabia que se estaba tan en disposicion de las marcas estas. Osea, starbucks suele ser bardeada por la television y medios yanquis. No es que nos la pintaron como algo demasiado piola. Ni que traigan a... algo piola, eh... Eh? eh? Putos.

Encima el frio. Hace frio, hacia frio. No esperen ahi, vayanse. Que fue de los cafeteros?
Hubiese estado buenisimo que un cafetero se ponga a vender cafe en la fila de los que hacian fila para ir al starbucks. Aunque seguramente le iba mal. Le hubieran preguntado "pero... ¿tu vasito no tiene logo en ingles?¿como pretendes vendermelo?"
Pobres cafeteros. Yo el ultimo que vi fue el dia que tuve que esperar nueve horas para anotarme en las materias de la facu. Pero no, la burocracia del iuna probablemente este mas abajo en mi lista de cosas a putear que starbucks y sus precios. Arriba de starbucks esta la gente que va a starbucks.

Y respecto al frio: podemos, nosotros las personas, dejar de hablar del frio y el clima en general? No vemos que esto es algo que esta desde antes que nosotros? No nos viene a invadir. Dejemos de ponernos en el medio. De bien, che. No digo que hay que bancarsela sin putear, pero basta de hacer de esto un tema de converesacion. Y no me vengan con "es charla menor, para decir algo en el ascensor" porque si no hay otra cosa que decir bien se puede estar en silencio y ya.
Mejor el silencio.
Peor starbucks.
Mejor los cafeteros
Peor escribir en el blog.

16 mayo, 2008

Todavia sigue siendo martes

Todavía sigue siendo martes. El día empezó muy temprano. Con una ducha fría y unas tostadas empezaba a ponerme las prendas de una atareada jornada que probablemente no terminaría dentro de los límites de este día. No, no disfruto de ese quehacer constante y que, mientras se realiza, hasta puede parecer eterno. Volviéndolo a uno una poesía de un galgo que corre una liebre sin descanso y a su misma velocidad o que ya hace tiempo dejo de ver.
Sigo negándome a ver el tiempo dividido, mucho menos en días y medidas más pequeñas, pero la situación, el presente, lo fuerza a uno a travestir sus ideales, que igualmente no son más que eso: ideales. Y nada más. No hacen nada y uno pretende desvivirse por ellos.
Justamente por la razón opuesta a esto eran las ocho y media de la noche y estaba sentado en una butaca del segundo pullman de un teatro, en la ultima fila, lo mas alto que podía, donde se llegaba a ver el piano, esperando a que empiece el concierto.
Pianistas, ¿que decir de ellos? ¿Cómo no empezar a prejuiciar a cada uno de ellos como un ser obsesivo hasta la miseria y soledad que conciencia su avaro afán de quedarse con todo, de no compartir escenario, de no necesitar otro, de no aceptar derrota? ¿Cómo no hacerlo? Simplemente no lo haré. Este en particular no sería prejuzgado, será juzgado por esos pantalones anchos negros que hasta llegan a brillar un poco a la luz del teatro encendido. Será juzgado por su enorme melena en rulos que ayuda a teatralizar lo que se toca con súbitos saltos hacia atrás y ademanes hacia delante, me dije.
El primer movimiento se va, en el segundo me quedo dormido: sueño algo que pronto olvido y esforzándome con ojos cerrados vuelvo a recordar. En un siguiente momento de inmersión vuelvo a olvidar, pero aun ahora recuerdo que veía unos seres con orejas enormes y negras, usando esmoquin de cola larga, planificando o tramando algo a lo cual me dejaban de lado. Estaban al tanto de mi presencia y supongo que en base a eso conspiraban. Un tercer movimiento que empezaba a mostrarse interesante y lo que sigue no llega a quedarse en silencio. El pianista, obviamente, manteniéndose impecable y firme, parado entre el piano y el público recibiendo una ovación, llevando su pelo enrulado hacia delante, hacia bien adelante, sobrepasando los límites del escenario, para luego volver a enderezarse para salir por la puerta a la izquierda que se ubica en el fondo del escenario. El intermedio. Probablemente la razón por la cual muchos de los que están ahí asisten. Manos por doquier que sujetan apoyabrazos para ayudar a levantar a sus cuerpos dueños y ojos que buscan reconocer amistades, enemistades, miradas que no corresponden y las que sí, que por así serlo, no se las desea tanto. Una fracción del publico que se escapa del calor de la sala pidiendo tomar aire y la gran mayoría quedándose, deambulando por los pasillos, juzgándolo todo y a todos.
La pareja de mi derecha se mira y de a momentos parecen comentarse algo que cada uno sabe que no es necesario decir, se muestran cómodos y seguros. Están por si solos y no quieren otra cosa. A mi izquierda giran hacia atrás a recibir otras amistades con las que se comentan fiestas pasadas, donde alguna era una extraña y se comporto reprobablemente y como su hermano es el ser mas tierno y lleno de amor que había visto, planeando y disfrutándolo todo en su nueva relación con la hermana de la amiga de la otra.
La fila de adelante, integrada por un grupo de amigas, empieza a discutir sobre hombres mientras que una, por el calor, empieza lo que seria un extenso periodo de desvestimiento que, lamentablemente, no terminaría nunca. El concierto finalizaría primero y ella generaría las mismas acciones a la inversa para sentirse lo suficientemente abrigada y anónima como para volver a la calle y así a donde se dirigiera.
A más prendas va acomodando sobre el apoyabrazos, contra el respaldo de su asiento, debajo del mismo y sobre su cartera, mas miradas la pasean y la recorren, cada vez mas detallada y pausadamente, por donde deja mostrar piel. Hacia el final del intermedio (porque si, en algún punto sabia que seguía en un teatro, en un concierto y que faltaba la mitad del mismo) estira la cabeza y con ella toda su figura hacia delante, mostrando toda su larga espalda en una especia de movimiento ondulante, danzante, hasta arábico. Piel desde donde termina su pelo corto hacia la altura de las axilas y desde quince centímetros mas abajo hasta su ropa interior. Como sabiendo la rutina del espectáculo, termina su demostración cuando las luces ya no están tan prendidas y los hombres somos bajados a un simple teatro, en nuestras pequeñas butacas, de un tirón, desde ese olimpo de sensualidad y baba en la cual nos elevó.

La figura de negro y melena aparece por la misma puerta por la cual se había ido y, volviéndose a sentar junto al piano, se toma unos instantes con su pera casi sobre sus clavículas antes de empezar la siguiente pieza. Arranca con velocidad, muy tranquilo y muy suave. En el primer pullman, un nivel debajo de donde estoy, veo una señora vestida completamente de rojo. Casualmente se encuentra en el asiento donde más da la única luz que sigue encendida durante el espectáculo y toda la audiencia a su alrededor se ve en penumbras. Resalta con mucha fuerza y su posición es muy atenta. Con las manos abiertas y las palmas apoyadas sobre sus muslos rojos, mirando al pianista con un leve aire perfilado. Porque no mira el espectáculo, no mira el escenario, no ve un hombre con un piano. Ve al pianista, y este está dirigiéndose en esa dirección, hacia ella, empiezo a imaginar. Me hundo en la butaca viendo las distintas animosidades con las cuales él intenta provocarla con su instrumento y ella reacciona de la misma forma a la hostilidad más fuerte y a la melosidad más acariciada: permanece inmóvil, roja, increíblemente roja y bien alto. Sin dejarle a él un respiro, obligándolo a la devoción. Desde el fondo de mi asiento imagino el ritmo con el que respiran; como él va con la música intentando conmoverla, generarle el suspiro, y como ella intenta controlar la relación, ser inmune a los cambios de ritmos, de armonías y cortes, bajando sus palpitaciones cuando él sube demasiado y apurándolo cuando aquel quiere descansar.
Me enderezo sobre el respaldo y viendo, casi desde un perfil exacto, la figura del interprete con su piano me doy cuenta que no logro disfrutar algo cuando siento que no lo puedo hacer. No eso exactamente, sino que es mas una sensación de no sentirme apto a disfrutar, quizás hasta a entender, algo que no puedo orbitar e intentar con mis manos y sangre. No en forma competitiva necesariamente. Mas bien en algo mas fraternal y hasta educativo y didáctico. Veo el piano, intento seguir el movimiento de las manos y luego el mas difícil juego de dedos y no logro entregarme a ese disfrute, algo me limita.
Vuelvo a verla a ella y en la romántica fantasía del rojo contra el negro, pasan varias piezas más y el aplauso vuelve a aturdir. El intérprete se para, agradece con su ademán una, dos veces. Se va por la puerta y, como el aplauso no se detiene, vuelve al piano. El silencio parece sostener todas las manos y se escucha una pequeña obra con aires melancólicos. La mujer de rojo parece encabezar el aplauso desde su zona en el primer pullman y el pianista, así, es traído al escenario de vuelta luego en su nuevo intento de huida. Ahora quiere sorprender con lo opuesto y la reacción obtenida también es la opuesta a la que desea: su femme en rouge ahora esta de pie ovacionándolo con la frialdad con la que antes lo manejaba y un ritmo en las manos que difiere al de cualquier otro aplauso de los que están siendo producidos en la sala. Termina esclavizando al pianista, lo tiene en sus manos y él con gusto se entrega y se ofrece una vez más como interprete. Para cuando termina, su musa ya esta de pie y detrás de su butaca, donde la luz no supera una diagonal por el cuello y se la ve con un tapado marrón sobre los hombros y mirando ya a su esclavo por sobre estos, informándole que ya terminó, que puede largarse, que ya cumplió. Esta satisfecha y no lo necesita más. Váyase, si se lo necesita será vuelto a llamar.
Los aplausos se esfuman a medida que el pianista cierra la puerta por la cual dejó el escenario; cabizbajo, lento, vencido.

A las 22:20 estoy rodeando el teatro, caminando hacia la avenida Córdoba. Siento que no vengo de ningún lugar en especial, menos de un teatro y de un concierto. Siento como si hubiera aparecido repentinamente caminando por Libertad hacia la avenida sin saber tampoco porque es hacia el sur que me encamino. Miro dentro de los bares y no distingo caras, escucho distintos idiomas esperando afuera de un restaurante pero no se de donde provienen. Media cuadra antes de Córdoba veo pasar mi colectivo lentamente. Me acelero solo un instante para desalentarme y, de algún lugar desconocido y profundo, surge el impulso. Dos cuadras mas tarde estoy subiendo al 132 con calor en el pecho y en la zona baja de la espalda. Inhalo grandes bocanadas que exhalo por la nariz con fuerza y luego de sacar boleto y sentarme en el fondo sigo con esos calores tan localizados y el pulso acelerado. Recuerdo el concierto, el piano, la mujer de rojo, la mujer desvistiéndose, su espalda y un segundo en especial donde pensé algo que nunca había pensado. “Me niego a dividir el espacio en días y mucho menos en medidas mas pequeñas” y que “no puedo disfrutar lo que no puedo hacer”. Miro mis pies, mis manos, mi pecho y me asusto.

(...)

19 abril, 2008

"Mi filosofía de A a la B y de B a la A"

u a a o e a u a

o a i a e e o a
o a e a i a i a
i a a o o u e a
i a a a o a a e
o e a a a a u a
i e a a a a e a

o a i a e e o a
o a a a a i a a
o a a a a a u a
o a u i e e i a
i e a a a e a e
o e e i a o a e

o a i a e e o a
o o o e u e o a
i a a e o a u a
o a a o o a i e
i e i a e u e a
u e o a a i e i


Un payaso en la luna

Flor marchita en el ojal
con la cena sin sal, sin mar
sí, allá los globos vuelan
sí, allá las cosas caen
volver allá para jugar?
vine acá para crear!

Flor marchita en el ojal
con la cara mal pintada
no hay nada para burlar
no hay quien se ría
vine para alejarme
volver sería cobarde.

Flor marchita en el ojal
con colores que no hay
sí, allá ellos abundan
no, acá solo hay grises
vine sin saber que hay
y vuelvo para divertir.

Cenicero

Ay, haceme un cenicero,
pero rapido, eh,
la ceniza, uh, que ya cae,
las sabanas, ay,
con agujeros.
Se cayó.

Tz, para qué lo quiero ahora?
No fumo más, eh,
el humo, uh, me asfixia,
oh, te toso en la cara
y vos
con un cenicero,
tus ojos cerrados,
sonrisa forzada.

Ay, haceme un cenicero,
no te tapes, eh,
bajo la sabana,
que te sigo viendo, eh,
entre los agujeros.


(mierda de blogger que no me respeta los espacios)

25 febrero, 2008

A un amigo

En el momento en que el cansancio se volvió dolor de cabeza, pude anticipar el insomnio. En un instante comprimí lo que vendría: un buen rato frente a luces, pantallas y demases saturadores visuales, los diferentes amagues a ir a la cama, acostarse: ir al baño por diferentes cosas, desvestirse, comer algo, ir al baño, tomar algo, dar una última vuelta y por ultimo rendirse a la horizontalidad de la cama.
Soltaría mi cuerpo en el aire, dejándole el resto del trabajo a la gravedad, para aumentar el espíritu dramático que la noche adelantaba. Estaría casi desnudo, metiéndome bajo la sabana y el acolchado. Intentaría, completamente en vano, dormir boca arriba. Me sentiría vulnerable, una sensación de debilidad en la garganta extendida me irritaría. Luego giraría hacia un lado. Más probablemente hacia mi izquierda. La almohada no brindaría suficiente apoyo a mi cabeza. Miraría las líneas rojas que forman la hora en la pantalla del reloj y empezaría a hacer cuentas sobre cuántas horas sería conveniente dormir, a qué hora sería mejor despertar, cuál sería la hora máxima para levantarse de la cama, a qué hora tendría que realmente dormirme y postergar el insomnio para que la ecuación cierre con el término que faltaba: cuántas horas quiero, pretendo, convienen, dormir. Las cuentas estarían a mi favor, todavía. Lamentaría justificar el insomnio de esta forma. De repente la temperatura corporal pasa a notarse, hace calor, me incomodo. Giro hacia la derecha media vuelta y pateo hasta librar mis cobijas del colchón y poder sacar las piernas afuera. Vuelvo a girar hacia la izquierda enroscándome en el acolchado, flexionando las rodillas. Cierto frío ataca las plantas de los pies “pero es pasajero, ya pasa, ya se acostumbra” y así es. Ahora, algo estúpido: intento ponerme boca abajo y conciliar el sueño. Algo, la almohada, mi cuello, mi cabeza, mi columna vertebral siguen interponiéndose. Mas incomodo no puedo estar: se siente como si dormir de esa forma fuera ahogarse entre sueños, ya no volver a despertar.
Se recuerda el tema de los sueños. ¿Qué vendrá a golpear la puerta de aquella pantalla esta noche? ¿O quién? Se gira a la izquierda hasta estar boca arriba y antes de poder empezar a diferenciar figuras (malditas retinas dilatándose) giro a la derecha. Sigo enroscado al acolchado pero algo me molesta en las piernas: la sabana. Lo dudo: ¿valdrá la pena o mejor intentar dormir así? El proseguir: lo de siempre, convencerse de intentar dormir así, que esta incomodidad se la lleve el sueño, para luego afrontar lo obvio, que seria patalear hacia arriba empujando la sabana hacia el borde de la cama. El acolchado que vuela también, pero se atrapa y vuelve a ser ahorcado por los muslos desnudos.
Ahora mas cómodo me incomodo pensando en los sueños, aquellos sueños de pocos minutos que me levantarían en un rato muy corto completamente despierto y despavilado, dejándome varias horas sin dormir, obligándome a pararme, eventualmente, y, obviamente, a pasar y parar por el baño, por la cocina, con sus respectivas luces blancas y el dolor de ojo al afrontar aquellos destellos. Siento los dedos presionando los interruptores, como verdugos de mis propias retinas, aun cuando se que están en el aire, con las manos, flotando fuera de la cama. De repente concientizo esto y me molestan. Vuelvo los brazos hacia mi pecho, entrando las manos a la superficie del colchón, me siento comprimido, el calor ataca de vuelta, cierta sensación pegajosa invade mi tacto. Giro media vuelta hacia la izquierda y siento todo mi brazo sobre los abdominales laterales. La sensación pegajosa de vuelta, y esta vez baja. Baja hacia los muslos y luego las piernas y termina en la sensación fría de los pies flotando fuera de la cama. Por alguna razón, casi (estúpidamente) poética, se confía en el hecho de tener los pies fuera del colchón como ayudante del sueño, como relajante, como imagen de la descontracción más desinhibida… y se ve la mañana entrante, la luz entre los agujeros de la persiana, el reloj marcando un horario adelantado, haberse quedado dormido, soñando, esperando no ser despertado pero convenciéndose de que sí, de que eso falto para poder cumplir los horarios. Y no es eso: cierro los ojos. Me doy cuenta que antes los tenía abiertos. ¿Pretendía dormir con los ojos abiertos? Los cierro.
Dejo de hacer fuerza para cerrarlos y se abren un poco, cierta luz logra entrar, y así no voy a poder dormirme. Presiono las pestañas, presiono demasiado: así no voy a poder dormirme. Basta, ¿que horas serán? No quiero ver. Veo. No paso demasiado tiempo. Tropiezo de vuelta con la piedra que dice “todavía hay tiempo de dormir una cantidad de horas razonables y levantarse en un buen horario de mañana”. El insomnio me abraza desde atrás, me hace cucharita y por todos los poros de mi espalda, de mi piel, me penetra y sigo despierto, ya sin la menor intención de quedarme dormido mágicamente en un instante, de despertar al día siguiente con una serie de sueños cómicamente anecdóticos. Los sueños. Cual volverá hoy? Siempre lo mismo, los mismos sueños recurrentes. Muchos dirían que son las mismas preocupaciones las que recurren. A veces los personajes cambian, las charlas, las sensaciones y hasta el escenario, el fondo. Todo el sueño es distinto, pero se siente el mismo, repitiéndose. Es una sensación general, como una actitud que no se si vendrá aportada por el soñador o por el personaje protagonista del sueño. En cualquiera de los dos casos, la mayoria de las veces, suelo ser yo mismo. Yo mismo quién siento que estoy en alguno de esos sueños que se repiten, que ahora siento mi brazo sudando sobre mis riñones. Siento que mi piel y carne se están fusionando volviendo uno y cierro fuerte los ojos. El dolor de cabeza nunca cedió pero recién ahora se hace notar creciente pero aun parejo. Más ojos cerrándose con fuerza, mas cuero cabelludo presionando grasiento contra la incomoda e insuficiente almohada, la frente que se arruga, la boca intentar abrirse, mostrarse distinta, mostrarse, en fin, y termina por apretar las muelas. “De esta forma, haciendo tanta fuerza, nunca me voy a dormir”. En algún momento me voy a tener que dormir. Eso decía madre, como para tranquilizarme o callarme o mantenerme acostado, en el cuarto. Estoy acostado, eso es. Necesito levantarme. Lo previsto: me levanto rápido mostrándome que en algún punto todo el intento previo a dormir fue insulso, un engaño, y siento mi cabeza llena de un liquido que, ahora sentado, con la cabeza quieta, choca contra mi cráneo violentando la marea. Una escollera que frenando este mar me lastima en el centro de la frente y sigue hacia atrás, hacia la nuca. Me siento duro, mi cuello parece rígido, irrompible, y en el intento se oyen huesos sonando como quebrándose entre ellos. Me paro y permanezco unos segundos parado junto a la cama pensando si debo o no prender la luz. Los ojos ruegan piedad pero los dedos de los pies empiezan a quejarse como adelantando un golpe con algo. Ruegan con que no sea contra el marco de la puerta. Logro salir del cuarto y me dirijo al baño donde prendo la luz y me enceguezco y aumento el dolor que ya se propaga por las sienes. Me miro en el espejo fijamente y luego me dispongo a orinar. No sentía la necesidad y por eso tarda un poco en salir el mínimo chorro que ensucia el agua del inodoro solo un poco, lo suficiente como para tener que botarla, cambiarla. Me quedo viendo la sensación de suciedad, de gratitud, de calor que mi simple imagen me devuelve y salgo apagando la luz y volviéndome a tirar en la cama. Giro hacia algún lado y el hambre.
Esta vez no trato de esconder nada y cedo rápidamente. Me encuentro parado de vuelta y esta vez le hago caso a los pies: prendo la luz. Los ojos ven que tan grabe no era y camino hacia la cocina, empezando a distinguir formas y distancias gracias a la luz que proviene de mis espaldas, del cuarto e imagino mi cara y mi frente completamente oscuro, negro, homogéneo. En la cocina abro alacenas y heladeras sin encontrar lo que busco para saciar la sensación de hambre, pero sin buscar realmente. Repito la acción, esta vez haciendo un mínimo esfuerzo en encontrar algo por medio de una leve búsqueda. Los resultados son los mismos y termino la escena tomando agua de la canilla antes y después de comer dos rodajas de pan integral.
Camino hacia mi cuarto, esta vez la luz esta de frente y me imagino flaco, desnutrido, sin ropa, sucio, con las costillas casi afuera y sin grasa corporal, con ojeras, mechones de pelo parados con su propia grasa y mientras articulo muñecas, rodillas, cuello, tobillos y codos escucho los huesos chasquir sin ritmo alguno, sin nada mas que una sensación de desagrado para conmigo y con el que podría verme caminar encorbado hacia la cama. Llego y la gravedad me vuelve a tirar hacia abajo, haciéndome rebotar un mínimo contra el colchón, siguiendo el ritmo dramático que la noche me demuestra. Reboto y me imagino haciéndolo en cámara lenta, tardando eternidades en volver a tocar el colchón con todo mi cuerpo al mismo tiempo.
Miro el reloj, las estúpidas franjas rojas que me condenan el día de mañana, pero con él al insomnio, que pierde tamaño al enterarse que no me quedan tantas horas de sueño.
¿O sí? El insomnio me abraza más fuerte y me dice al oído que su diversión sucede justamente aquí: cuando empieza a hacerse tarde y las horas de sueño se van esfumando como mi transpiración y aliento. Maldigo al reloj y aprieto los parpados de vuelta. Cierro los puños, estiro las piernas, muevo los brazos y uno choca suavemente con la pared. Se relaja, cae y sigo su caída eterna con la conciencia. Al estabilizarse en el colchón vuelvo a sentirme incomodo: el codo me presiona el abdomen y me dispongo a dormirme.
Intento conseguir mantener los ojos cerrados sin hacer esfuerzo, me vuelvo a enroscar en el acolchado y giro hacia mi izquierda, mis manos tratan de mantenerse dentro del colchón y una insita a la otra a refugiarse bajo la almohada. Trato de hacer sonar el cuello por última vez y pienso en dormir, en que debo dormir, que tengo que descansar. Me enojo conmigo e intento de vuelta pensar en dormir sin llegar a estresarme con esos “debo” y “tengo”. Pienso en dormir hasta que pienso que no debo pensar en dormir, que no debo pensar, siquiera, que ese debe ser el secreto de dormir, que la neurosis no me esta dejando ver, no me deja dormir. El insomnio que me suelta demostrándome que él soy yo mismo. Allí, lo peor, me abraza desde adentro mío. Se estira y se reparte por cada músculo, tejido y célula de mi cuerpo. Se siente a gusto, mi cuerpo es su talla perfecta.
Mis ojos se abren miedosos a ver la hora y lamentándome recuerdo cuando el cansancio se volvió dolor, cuando aquel dolor insomnio y cuando aquella idea de las próximas horas se volvió pasado de este instante en donde me ruego aquel segundo de descanso y tranquilidad que me logre dormir por esta noche.

18 enero, 2008

Juego

X



Tocando el dintel de la ventana con una mano se fue sentando sobre sus pantorrillas junto a la ventana. Bajo el codo hasta apoyarlo sobre el marco y dejo que su otro brazo siga el ejemplo obedientemente sin antes pasar por su cabeza, su pelo, moviéndolo para dejarlo igual a como estaba. Miró el cielo y bajo la vista al paisaje urbanizado, a los edificios bajos y viejos, notó distintos revoques pobremente realizados y estructuras, paredes y columnas que no parecían tan confiables como seguro en otro tiempo lo habían sido. Bajó más la vista, a la calle, y pudo distinguir diferentes personas. Aquel hombre del estacionamiento, el del almacén, una comerciante cruzando Estados Unidos, un grupo de turistas y subió un poco para concentrarse en las pequeñas ventanas de colores que una casa tenía en su fondo, probablemente en su cocina. Imaginó como se debía ser una mañana allí, desayunando: pocillos, manchas, platos llenos de migas y cubiertos con restos de mermeladas y miel. Todo siendo iluminado por un sol con lentes de colores. Paralelepípedos de varios amarillos, verdes, azules y naranjas tiñendo una mañana, la primer comida, las primeras palabras de los que habitaban aquella casa, que ya había imaginado, y hasta obviado, que eran varios.
Se quedo mirando las ventanas y pensó en el hermoso cielo que esta temprana mañana le pintaba con el correr de los minutos. “Hungry clouds swag on the deep”, murmuró sin separar mucho los labios, dejando su boca pequeña, sin terminar por cerrarla. Volvió a subir la vista al cielo y este seguía cambiando sus formas y colores a otras más estables. Otras formas y colores que durarían muchísimas más horas, que eran aptas para todo publico. Aquellos celestes y azules que cruzarían la ciudad mostrando diferentes nubes pequeñas hasta que llegue el atardecer. No se comparan con este amanecer violento, con las franjas rosas que ardieron desde el río hasta chocar con los diferentes naranjas que nacían tras la niebla, que fue huyendo para el sur de la ciudad. Que gracioso como un altar de Thestchen me termina haciendo sentir un “Wanderer above the sea of fog”. Rió hacia abajo, aun con su boca pequeña.
Levantó la vista rápidamente y el mar de niebla se oscureció y solidifico de nuevo en el paisaje de Buenos Aires por la mañana temprana. Volvió a notar diferentes edificios, sus ventanas y sus balcones. Imaginó distintos personajes y escenas despertando y desayunando en sus cocinas, comedores, sobre sus mesas y sobre sus rodillas en la cama. Notó ventanas y puertas de balcones entreabiertas y sintió que eran invitaciones a profundizar las sensaciones y efímeras imágenes que imaginaba dentro de estos departamentos. Se sintió deleitando el paisaje desde un trono, desde una omnipresencia, a más altura. Los edificios parecieron alejarse y pensó en todo aquello que estaba viendo que no era ella, que estaba lejos de ella. Aquel cielo con sus nubes, acercándose a los edificios lejanos a los cuales solo distinguía sus contornos. Siguió acercándose hasta poder diferenciar ventanas y persianas, y hasta flores, ahora. Volvió a ver las pequeñas ventanas de colores de aquella casa y bajo la mirada a donde la comerciante que cruzaba la calle ya era otra, a donde el grupo de turistas ya no tenia ni la misma nacionalidad, donde el mismo hombre seguía parado en la entrada del estacionamiento mirando hacia el lado del río. Llegó a distinguir adoquines y siguiendo su visión omnipresente se sobrepaso a ella misma, a su trono en primera fila, y notó que estaba sentada junto a una ventana con la cabeza apoyada sobre sus brazos, sobre el marco. Primero se imaginó como un personaje más en esa mañana de desayunos y bostezos y luego cayó en que de hecho lo era. Su omnipresencia se redujo a ser una ínfima cantidad de materia en un punto del espacio y tiempo justo y pensó en la cantidad de ventanas que debían seguir hacia arriba, abajo y luego hacia la derecha e izquierda. Se sintió mas pequeña aun imaginando como la señora de aquel edificio seguramente no podría diferenciarla del bloque de concreto al que pertenecía. Volvió a ser Paloma, a solo mirar un amanecer desde un lugar determinado, desde ningún trono privilegiado. Pensó en la cantidad de imperfecciones que el exterior del edificio en el que estaba mostraba hacia la calle y como estas le habían causado desconfianza momentos atrás.
Volvió a notar quiebres y rajaduras en paredes de edificios lejanos y no recordó haberlos visto sanos. Una media sonrisa le escapo y le termino generando cierta confianza en estas edificaciones viejas, y obviamente deterioradas, y pensó burlonamente en no juzgar a un libro por su portada. Se paró y fue a la biblioteca. Tomo su edición de “El casamiento del Cielo y la Tierra”, con las planchas e ilustraciones originales. Abrió y en una de las primeras paginas leyó “hungry clouds swag on the deep” en voz alta con su boca pequeña. Respiro profundo, se acostó y antes de dormirse pensó que solo en este momento puedo tolerar el canto de esos pájaros. Que en cualquier otro momento o circunstancia desearía su silencio más que nada. Pero después de este amanecer, podría intentar dormir hasta con una obra en construcción de fondo. Y la obra en construcción de fondo empezó sus ruidos para cuando ella entraba en sus sueños.